La preparación de este cotidiano plato requiere de un paso previo fundamental: elegir correctamente al decano más ají, proceso que aunque parece sencillo, es en realidad todo un arte del que puede vanagloriarse nuestra educación superior.
Aunque en el mercado existen muchos con potencial para quemar los paladares de la comunidad académica, se debe hallar uno en estado puro que requiera apenas de una cucharadita de poder y así crear el ambiente laboral ordinario de facultades y programas en América Latina.
Algunos consejos ancestrales aplicados a este proceso de selección en la región, pueden ayudar a las directivas a mantener la tradición y preparar la receta completa:
Para elegir al ají más bravo, abra una convocatoria y saltéela descartando velozmente a los elementos que reúnan méritos académicos y personales. En aras de que el picante prospere y se obtenga el clima laboral medio de la universidad latinoamericana, recuerde que entre peor persona elija, aumenta la probabilidad de brindar ese picor insoportable que arderá con recordación en boca de todos.
Si el ají viene recomendado por un decano amigo o por intereses comerciales, tanto mejor. Y si llega sin saludar o se va sin despedirse de terceros es excelente señal, fíjese especialmente en diferenciar los atributos de altivez y desprecio, aunque similares, el último es el rasgo a priorizar. Verifique su existencia observando si ignora al cuerpo administrativo y docente que esté por debajo suyo, personal al que solo se dirige en caso de necesidad extrema con actitud de capataz.
Si este elemento cuenta con un prolífico trabajo, arrasará con los aportes de los demás ingredientes pasando por encima de ellos. Sin embargo, la tendencia gastronómica actual indica que es mejor que el ingrediente sea completamente natural, nada de congresos internacionales, revistas y libros con ISBN. Si solo tiene publicaciones en facebook, pero actúa como Noam Chomsky, y luego minimiza y desconoce el trabajo de los demás, lo ha encontrado en su punto ideal, casi que al dente.
Procure que entre sus rasgos esté la capacidad de hablar solo y especialmente de sí mismo durante horas en comités a los que cita improvisadamente. Si su ego y verborrea no entregan sustancia alguna a la receta, este insulso, a primera vista irrelevante, tiene las facultades para abrir el apetito por peleas, envidias y quejas internas y externas de su facultad.
El ají, ingrediente machista como la academia en tierras latinoamericanas deberá ser reactivo a las lisonjas de secretarias y personal administrativo. Así se forma el caldo de cultivo base que emite un aroma único que atrae y en ocasiones abre ancas de rana que no demorarán en ser devoradas. En alianza con los sabores propios, este ambiente brindará un toque excelso al clima laboral de su prestigiosa institución.
Tras revisar el punto anterior, observe la capacidad que tiene este producto para crear enemigos a partir de marginar a aquellas especias y elementos que no le rindan reverencia. Cumplir con detalle este paso de la selección le pondrá un toque ácido pero delicioso a cada proceso académico y administrativo.
Obtener renuncias constantes, silencios administrativos, quejas y demandas por acoso laboral en medio de un ambiente de temor para todos los comensales, es indicador de que eligió bien. Es momento entonces de elevar el fuego en la sartén, puede lograrlo brindándole estabilidad contractual, así logrará obtener todo su potencial para que el caos reine hasta en los paladares más finos.
Si "solo" obtuvo un clima laboral adverso, pero ausente de demandas laborales a resolver en juzgados, es claro que este ají se alejará de las sopas de letras donde algo podría aprender. En cambio, intentará unirse a las pastas en tornillos para aferrarse a su puesto, apropiándose de ave marías y publicaciones ajenas. Esto quiere decir que era apenas un fruto inmaduro de la mata, pero no hay por qué afanarse, aún puede obtener el picor deseado, basta con añadirle alguna distinción irrelevante para colocarlo a punto de ebullición.
Si el anterior truco no funciona proceda a desecharlo. Recuerde que para un mal, siempre hay un mal mayor y en el momento en el que estudiantes, docentes, administrativos y egresados crean que ha pasado el peor sabor de boca, podrá sorprenderlos contratando ajíes cada vez más crudos. En esto, la experiencia de las IES por toda la región es notable.
Apreciado directivo, pruebe algo de su propia medicina. Después de sujetar y contratar el ají, intente frotarse y abrir los ojos para mantenerse tan distante como ha estado de la realidad. Maldiga primero y desconozca después los resultados intangibles que posteriormente se servirán en el plato de los informes de gestión. No se preocupe por la calidad, tampoco por la cantidad de tiempo, dinero y papel desperdiciado, nadie los recordará, pero tener las fosas nasales más higienizadas de la educación superior y una cascada de lágrimas muy merecidas no tiene precio.
Comments